viernes, 27 de junio de 2014

EN ALEMANIA PREVACELE EL DERECHO AQUÍ LA LEY DE LA SELVA


Por Alci de la Rosa

En Berlín, Alemania en donde prevalece el derecho y respeto por el ciudadano, un tribunal prohibió, tras una pelea de vecinos, festejar a gritos los goles de la selección alemana a partir de las diez de la noche fuera de un recinto cerrado, porque a partir de esa hora se ha de respetar el descanso nocturno de los demás.

Pero aquí en Dominicana pasada las 12 de la medianoche del domingo, ya entrada la madrugada, en que ya se esperan los primeros claros del día para empezar la jornada laboral, cualquier hijo de vecino bajo una borrachera o no sé qué otras sustancias nocivas te planta una maldita jeepeta con un aparato a toda capacidad de sonido en la puerta de tu casa y tú no tienes a dónde recurrir porque se dice que el 911 no cumbre esa grosera afrenta.

Pero ¿acaso no habido varios conflictos de muerte cuando alguien le reclama al agresor que se vaya con su música a otro lado? Sí, que ha sucedido, causando trastornos irreparables a familias enteras y seres inocentes que nada tienen que ver con la actitud medalaganaria de estos antisociales.

Señores, no hay bien más valioso que la tranquilidad y bienestar de la familia y en esto deben estar claras nuestras autoridades, especialmente los legisladores que el pueblo les entregó sus curules no para que sirvan exclusivamente a sus banderías políticas, sino que su misión primera es velar y producir leyes que conlleven protección y progreso en todos los sentidos a esas masas irredentas que ellos representan en al augusto cuerpo congresual.

El que duerme en cámara de aire acondicionado con un lecho muelle para descanzar a plenitud, lejos del mundanal ruido, y que al levantarse tiene todos los bienes a deseo, debe pensar también en aquellos que sufren la embestida de los que imponen la ley de selva en las calles de Santo Domingo, que es la ley del más fuerte.

Hay dueños de bares y colmadones que se han adueñado de las aceras de los barrios para colocar mesas y sillas, obligando que ancianos, mujeres y niños tengan que tirarse a las calles a riesgo de ser estropeados por un vehículo, especialmente motores que aparecen de la nada como por arte de magia embistiendo lo que sea. Amén de que pasadas las horas de tolerancia mantienen el alto volumen de sus aparatos de música estropeando inmisericordemente el descanso nocturno del ser humano como lo manda Dios.

Todo este cuadro de anormalidad social ¡hasta Dios lo ve!, entonces ¿por qué los que están en el deber de corregir estos entuertos, y que el pueblo mismo les paga sus sueldos para que cumplan en consecuencia, no lo hacen? Algo hay que cambiar en este país.

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