jueves, 10 de junio de 2010

ANTHONY SANTOS: ¡UNA FAMA MUY MAL UTILIZADA!

No hay dudas de que Anthony Santos, quien fuera empleado del también bachatero Luís Vargas, se ha remontado a lo más alto de la popularidad y que esto le ha granjeado toda una gran fortuna que comprende lujosos carros, residencia suntuosa, fincas y otros bienes materiales para una vida de calidad superior.
Este astro sepia de la canción popular ha demostrado que es un cantante de voz aceptable y que a la vez es muy buen guitarrista y que puede hacer filigranas musicales con ese instrumento.
Casi todas las canciones en bachatas del señor Santos llegan al gusto del melómano común con todo y la expresión un tanto procaz de "me gusta esa vaina!, que a nuestro juicio le quitan encanto y contribuyen a la forma destemplada de expresarse de los menos instruidos en donde está el fuerte de su público.
Pero donde este señor le hace un flaco servicio a la Patria es cuando al empezar un show multitudinario y después de decir las sandeces ¡Aquí se va a beber! y ¡Yo quiero rabo! (Que dicho sea de paso todos saben a que rabo se refiere), pues sigue con la odiosa frase ¡Qué viva Trujillo!
Da pena y verguenza que este tipo ponga su gran fama de por medio para alabar al sátrapa en cuyo oprobioso régimen cayeron hombres y mujeres que tuvieron la valentía de disentir de su malvado estilo de gobierno que cercenó todos los derechos ciudadanos.
Sería bueno que sus allegados le muestren los periódicos de estos días en que se rememoró una año más de su ajusticiamiento para que vea cuantos dominicanos sufrieron y ofrendaron sus vidas para darnos una sociedad libre como la que vivimos hoy.
Ojalá que este popular bachatero se ocupe de leer algo de nuestra historia reciente y no siga cometiendo ese desaguisado de elogiar un régimen que contravino los preceptos de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón


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